La cigala (Nephrops norvegicus), un crustáceo decápodo, prefiere habitar en fondos blandos de arena fina, donde excava sus propias galerías como refugio. Se encuentra tanto en el océano Atlántico como en el mar Mediterráneo.
Características distintivas: este crustáceo se destaca por su cuerpo y abdomen alargados, estrechos y menos robustos en comparación con otras especies de su familia. Su color es un delicado tono rosado con áreas de coloración más extendidas. La cabeza es alargada, con espinas laterales y pinzas muy desarrolladas. El macho posee pequeñas patas (apéndices) entre la base de sus tenazas anchas, mientras que la hembra las tiene más finas y pequeñas.
Un Festín nutritivo: la cigala es un alimento ideal en dietas equilibradas y saludables, y es especialmente recomendada en dietas de adelgazamiento. Su perfil nutricional es destacado, ya que contiene minerales esenciales como potasio, selenio, magnesio y calcio, además de las valiosas vitaminas B12 y E.
Preparación sencilla: las cigalas son de fácil preparación culinaria. Si se opta por cocerlas, basta con hervirlas en agua salada durante dos o tres minutos a partir del momento en que el agua vuelva a hervir, ajustando el tiempo según su tamaño. Luego, se retiran rápidamente y se sumergen en hielo para enfriarlas rápidamente, lo que asegura que su carne quede firme y consistente.
Exquisitas en su sencillez: otra opción deliciosa es cocinarlas a la plancha y sazonarlas con sal gorda. De esta manera, podrás apreciar plenamente su sabor inigualable. Disfruta de la elegancia culinaria de la cigala en cada bocado.