Os voy a explicar lo que nos pasò hace tres años. Hicimos un viaje a EE.UU. con mis hijos, de un més de duración. por la Costa Este y la Costa Oeste. Si habeis estado alli podeis dar fé que la comida es malísima. El guia nos dijo que el día 23 del viaje teníamos una mariscada pagada en el mejor restaurante de los Angeles. A partir de la primera semana de viaje, yo ya solo pensaba en la famosa cena. Era lo único que me daba fuerzas para tragarme las hamburguesas y los perritos calientes.
Al fin llegó el gran día. Yo estaba nerviosa como una adolescente en su primera cita. Al fin comería bien.
LLegaron las gambas y no sabían a nada, pasamos a la langosta y parecía de corcho. Se lo comenté al guia y nos dijo que el marisco americano no tiene nada que ver con el nuestro.
Ya me enteré, ya. Mi gozo en un pozo.
Conclusión:
Como las gambas de Palamós y los centollos gallegos no hay nada parecido en el mundo.
Un abrazo y espero poder saborearlos. Escrito por: María Palau Torrent